LA FUNDACIÓN DE LA CIUDAD
Fuente: Joan de Déu Prats, Leyendas de Barcelona
No todas las ciudades pueden presumir de haber sido fundadas
por un semidiós fornido, fuerte y famoso como Hércules. Podría
ser que este superhéroe clásico fuera, en realidad, un explorador
fenicio que visitó nuestra costa y, de vuelta a su país, fue
divinizado por sus gestas. Con el transcurso del tiempo y gracias a
la tradición oral, habría sido rebautizado en Grecia con el
nombre de Heracles y, posteriormente, conocido como Hércules
en la tradición romana.
Según cuenta la leyenda, Hércules festejaba con Pirene, una doncella gentil hija del rey Túbal, que reinaba en
las tierras de los Pirineos. La doncella, no obstante,
murió. No sabemos la causa de su muerte, quizás ardía demasiado
en deseos por el amor del gigantón, el cual, entristecido, comenzó
a arrancar montañas de aquí y de allá para apilarlas, en forma de
tumba, sobre los restos mortales de la princesa. Tantas amontonó
que acabó formando una cordillera que se llamó Pirineos, en honor a la hija del rey Túbal. Así que ya lo sabéis, los Pirineos son, en
realidad, la tumba inmensa de una princesa de la cual Hércules, el
hombretón, se había enamorado.